Ganemos Pinto, algo nuevo de verdad
Hace ya casi un siglo, escribía
Antonio Gramsci lo siguiente: “Para formar a los dirigentes políticos es
fundamental partir de la siguiente premisa: ¿Se quiere que existan siempre
gobernantes y gobernados, o por el contrario, se desea crear las condiciones
bajo las cuales desaparezca la necesidad de tal división? En mi opinión, en
esta frase podemos encontrar la clave para que el deseo que expresamos cuando hablamos de “nueva
política” pase del campo de lo discursivo al de lo real.
Esta firme voluntad de conseguir
acabar con esa división es la que hace de Ganemos Pinto un proyecto innovador,
profundamente anclado en la voluntad de los ciudadanos, con futuro más allá de
lo exclusivamente electoral y con un
fondo político de gran calado. Este proyecto que quiere devolver el control de
sus destinos a los ciudadanos nace, además, para ganar, y en ningún caso para
convertirse en un sujeto político anecdótico, que se conforma con un papel
minoritario o, mucho menos, para reproducir la tradicional figura del “partido
bisagra”.
Pienso que existe una amplia
demanda ciudadana de más democracia, de que la soberanía popular no siga siendo
secuestrada y de que los intereses de las personas sean los que primen por
encima de todo. En este estado de cosas, propiciado por un proceso de
movilización social y de politización más que evidentes que comenzaron con el 15M, las candidaturas ciudadanas y de unidad
popular pueden constituir una herramienta de primer orden para ir acabando con
esa división entre gobernantes y gobernados. En tanto en cuanto los que
integran estos proyectos comprendan que de lo que se trata no es sustituir a
unas élites por otras sino de acabar con las élites, se conseguirán objetivos
importantes.
Desde luego que una de las tareas
clave para Ganemos Pinto debe ser llenar
de contenido esa promesa de inaugurar un nuevo ciclo político. Esa “nueva
política” de la que tanto estamos oyendo hablar en estos días debe concretarse
en las formas y en los contenidos. No podemos permitirnos que se quede en una
promesa más que no se cumple, como
muchas de las de lo que se ha dado en llamar la “vieja política”. Y ese camino
ya se ha empezado a recorrer, y además en un sentido que me parece muy positivo. La realización de primarias
abiertas o la elaboración del programa en las que ha participado la ciudadanía son buena muestra de ello.
Los ciudadanos reclaman
también transparencia, coherencia,
ejemplo y, en definitiva, un firme compromiso ético de sus representantes. Todo
esto está presente ya en el proceso de construcción de Ganemos Pinto. No es casual que el primer
documento elaborado haya sido el código ético, y que en él se hayan plasmado
algunos acuerdos muy importantes: la eliminación de los llamados cargos de
confianza, el compromiso de una significativa reducción de los sueldos de los
políticos o el establecimiento de una comisión independiente que vele por el
cumplimiento de los compromisos éticos
demuestran que estamos haciendo las promesas realidad.
Y para comprometernos en esa
tarea lo más importante son las personas que componen Ganemos Pinto, su enorme
capital humano. Quien repase la lista que salió de las primarias o conozca a
multitud de personas que no forman parte de esa lista pero que participan en el
proyecto y trabajan de modo abnegado y ejemplar, se dará cuenta de que se trata
de ciudadanos comunes y corrientes, pero a la vez, que se trata de gentes a las
que ha visto en multitud de luchas sociales:
en los conflictos laborales siempre del lado de los trabajadores, en el
15M, en la lucha contra los desahucios, en la pelea por la apertura de nuevos
espacios para la participación y la formación, en la promoción de la democracia participativa,
en las Marchas de la Dignidad, en la
creación de una nueva cultura más cercana a los intereses del pueblo, en la
lucha feminista y LGTBI, en la defensa
del medio ambiente y de los derechos de los animales o por el reconocimiento de la Memoria Histórica.
Personas comunes y corrientes,
pero gentes convencidas de que es necesario un cambio profundo, de que los modelos políticos que hemos conocido
hasta ahora están agotados, de que hay que cumplir por fin la tarea tantas
veces postergada de separar el abismo entre gobernantes y gobernados. Un
proyecto realmente nuevo, en el mejor sentido de la palabra, basado no en la
confianza sino en los compromisos y en la participación. Ganemos Pinto no se
dedicará a malvender el voto de los representantes que obtenga sino que
establecerá un compromiso de hierro en cuanto a su política de alianzas, y ese
compromiso irá incorporado en su programa electoral. Los ciudadanos, a la hora
de elegir, sabrán si Ganemos Pinto pactará o no, y en el caso de hacerlo con
quién.
Esta es una tarea que tal vez
puede parecer difícil de abordar o demasiado ambiciosa, pero si no nos
proponemos objetivos importantes y nos limitamos a repetir la mezquindad, el
tacticismo y el cortoplacismo que hemos conocido hasta ahora en la política,
¿Para qué demonios nos hemos metido en este lío entonces? Estoy en condiciones
de asegurar que para hacer lo mismo que los demás, para repetir la política “de
siempre” no nos habría merecido la pena construir este proyecto. No pedimos confianza ciega ni queremos
convertirnos en representantes al uso, nuestra intención es otra, pretendemos
que sean los ciudadanos los que gobiernen Pinto y esto es posible, estoy
convencido de ello; como en otras tantas cosas es una cuestión de voluntad
política, y eso no es algo que nos falte.
Carlos Gutiérrez